Por: Francisco Javier Rauda Larios
El presente artículo inicia con una frase que circuló hace poco en uno de esos “famosísimos” memes y que palabras más, palabras menos, dice así: “No es lo mismo estar ocupado que ser productivo”. Y, efectivamente, la frase encierra una gran verdad.
Podemos estar ocupados todo el día, leyendo el periódico o jugando solitario, incluso chateando con un amigo; pero no ser en absoluto productivos; porque, al menos que nuestros ingresos dependan de ello, no le estaremos dando valor a nuestra vida ni en lo personal, ni en lo laboral.
Otro mito de la productividad que mantenemos vivo muchos de nosotros los mexicanos es el hecho de pensar que mientras más tarde nos vayamos de la oficina, más trabajadores, y por ende, más productivos somos. Esto en la gran mayoría de los casos, por no decir que en todos, es meramente una falacia.
En contra de lo que la mayoría pensamos, éstas prácticas de las que acabomos de hablar, resultan ser uno de los factores más comunes que reducen y/o limitan la verdadera productividad de las personas.
Está comprobado científicamente, de hecho ya se tocó el tema de ello en un artículo anterior, que uno de los grandes males de nuestra época es nada más ni nada menos que el estrés, y no menos, tristemente, célebre es el llamado síndrome del “burnout” (fundirse) provocado, precisamente, por el estrés laboral.
Quizá en este momento Usted comenzará a preguntarse por el título del presente artículo y, posiblemente, se preguntará que tiene que ver eso de que la productividad comienza desde arriba; bueno, la cosa es que el liderazgo es uno los factores más importantes, el principal, desde nuestro punto de vista, de la productividad.
Nos explicamos, el pasar más de 10 horas en la oficina y de hecho, mucha gente pasa, incluso, más de 12 o 14 eleva los niveles de estrés y el estrés reduce invariablemente la productividad, amén de que las personas con fatiga física y/o mental son más propensas a cometer errores los cuales redundan en la baja productividad. ¿Y qué tiene que ver el liderazgo en todo ello?
Pues he aquí lo interesante, cómo ya lo han dicho otros autores, entre ellos el Señor Peter Senge, los líderes crean los escenarios.
Una persona se queda hasta muy tarde o noche en la oficina, porque sabe que en la oficina de al lado está su jefe, éste se queda en la oficina hasta esas horas porque sabe que en una oficina de las oficinas centrales está su jefe y el jefe de él se queda, porque sabe que la oficina principal está el jefe y… Pero, ¿las personas son realmente productivas?, vamos a suponer que sí, bueno entonces, si son tan productivas porque la jornada normal de ocho horas no les alcanza.
Como diría el famoso comediante Eugenio Derbez: “Que alguien nos explique”. Además, que se presente una situación de urgencia, debe ser la excepción, no la norma; que una vez por alguna situación extraordinaria haya que quedarse hasta tarde en la oficina, no pasa nada ni alerta a nadie; pero que sean todos los días todas las semanas durante todo el año, eso, estimado, estimada, lector/a, es otra cosa muy diferente y significa que algo anda realmente mal en la organización.
Algunas preguntas que nos surgen al bote pronto son: ¿En qué momento las cosas se volvieron urgentes? Y, si todo urge, ¿Qué estamos haciendo mal? Y, si sabemos que estamos haciendo mal, ¿Por qué no lo corregimos? Dirían en el barrio: “¿A quién queremos apantallar?” ¿Será que nos gane más la vanidad, que la esencia de la productividad? Dice una máxima de la administración: “el trabajo más productivo sale de las manos de un hombre contento.” Pregunta: ¿Estará contento un hombre que no tiene oportunidad de convivir con sus hijos o con su pareja; que no puede tomarse una tarde libre para irse al cine o, simplemente irse a tomar una café o, ¿por qué no?, una cerveza con los amigos?
Y lo mismo aplica para las damas, claro está, hay muchas de ellas muy trabajadoras y más de alguna más capaces que nosotros. Pero retomemos el camino, la clave, insistimos, está en el liderazgo.
Y comencemos por el principio; la real academia de la lengua española hace la siguiente definición: PRODUCTIVIDAD: “Relación entre lo producido y los medios empleados, tales como mano de obra, materiales, energía, etc.”
Los humanos somos seres creadores, todo el tiempo estamos creando, ya sea ideas, relaciones, compromisos, productos, etc.; y partiendo de la definición dada en el párrafo anterior, basta con observar lo que estamos produciendo en nuestro entorno para determinar el por qué de nuestros resultados, es decir, si mi relación con mi pareja no es buena, si tenemos problemas o se ha vuelto monótona, quiere decir, que mi productividad, en ese sentido, no es buena, y volviendo a la definición, que los medios empleados están relacionados con el producto, quiere decir, que no estoy invirtiendo suficientes recursos (tiempo, energía, pasión) en la relación y por lo tanto tengo resultados deficientes. Dicho de otra manera, la productividad de mis relaciones, en este caso, con mi pareja, es muy deficiente.
Si pasamos al entorno laboral, la cosa no es muy diferente. Si mis objetivos y compromisos no los cumplo y requiero invertir más tiempo de lo establecido, es porque la relación entre lo producido y los recursos invertidos no son los adecuados para obtener los resultados que espero o que se esperan de mí.
Con base en lo anterior, se vuelve sumamente importante preguntarnos: ¿Qué estoy produciendo en el día? Porque si no cumplo mis objetivos, y somos seres creadores, algo debo estar produciendo, pero ¿Qué?
Bueno, puedo estar produciendo buenas platicas de café, puedo estar produciendo trabajo de otros porque no decirlo, puedo estar produciendo arrogancia y tiempos largos para resolver problemas por no pedir ayuda, puedo estar produciendo ser un llanero solitario al no delegar por no confiar en los demás, y a lista pude continuar y continuar. Ahora bien, ¿cómo es que el liderazgo influye en la forma en que cada miembro de la organización produce lo que produce?
Veamos. Desde pequeños aprendemos con el ejemplo, comenzando con nuestros padres, que son figuras de autoridad, y ese rol lo practicamos toda la vida, en toda nuestra formación académica, desde la básica, intermedia y profesional, con el maestro como líder, y cuando entramos a trabajar nuestro entrenamiento esta tan arraigado que continua.
La cultura de cada organización, es creada por las actitudes, acciones y sobre todo productividad del líder, si el líder en su día a día, produce para él, ser llanero solitario, eso ésta mostrando que debe producir en la organización, claro, junto con todo lo demás, por lo tanto, el personal producirá ser llaneros solitarios, si el líder produce platicas de café, ¿qué cree Usted que los empleados aprenderán a producir?
Por tanto, si una organización quiere transformar su productividad, debe comenzar a observar qué es lo que los lideres producen en el día a día; y el líder, requiere tomar conciencia de su rol como maestro enseñando las productividades que genera la organizaron, muchas de éstas, son casi invisibles, difíciles de captar y de comprender su impacto en la eficiencia de la organización.
Habrá líderes, que al leer éste artículo, piensen o digan: “¡Baaa! Como una plática de café va afectar la productividad, no tiene sentido, además, al personal se le paga para hacer lo que tiene que hacer...”.
A éstos líderes, los desafiamos a ser fuente de transformación en sus organizaciones y, cabe señalar, la familia también es una organización, así como el equipo de futbol e incluso la comunidad en la que vive. Les dejamos el reto de atreverse a cambiar, de romper los mitos y paradigmas que limitan la verdadera productividad y felicidad de las personas que integran la organización y a observar el impacto que, esto, tendrá en dichas personas.
A manera de conclusión, le dejamos amigo, amiga lector/a la siguiente reflexión: No importando la dimensión del cambio, por pequeño que éste sea, la gente lo observa.
Recuerde, el líder guía y, lo quiera o no, la gente a quien lidera aprende de él y produce lo que él está enseñando a producir.